Programa de Parkison
Posibles síntomas
¿Tienes temblor en tus manos?
¿Estás más lento al caminar?
¿Te sientes rígido?
¿Qué es el Parkinson?
El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa del sistema nervioso, de alta prevalencia en la población; la segunda en frecuencia después de la enfermedad de Alzheimer.
La edad de inicio más frecuente está entre los 60 y 69 años. Su aparición está en relación con la edad, ya que el envejecimiento es causa conocida de las enfermedades neurodegenerativas.
Tratamiento del Parkinson
En contraste con otras enfermedades neurodegenerativas, para la enfermedad de Parkinson se dispone hoy día de diferentes tratamientos farmacológicos que son muy eficaces a nivel de combatir los síntomas y permitir que el paciente pueda realizar una vida normal. Hay que descartar firmemente la idea de que tras un diagnóstico de Parkinson el sujeto estará en unos años en silla de ruedas.
Es importante conocer que no se dispone de ningún fármaco que enlentezca o frene la progresión de la enfermedad, por lo que el retraso en el diagnóstico no supone una contrariedad, mas allá de los pacientes que sus síntomas les limitan actividades diarias y pueden beneficiarse del tratamiento sintomático.
El tratamiento con fármacos hay que individualizarlo en cada paciente y en cada momento de la evolución, pero permite mantener calidad de vida durante bastante tiempo. Para un buen manejo e indicación de las pautas del tratamiento hay dos factores muy importantes: experiencia del profesional que trata al paciente por un lado, y buena información de los síntomas y su repercusión en las actividades diarias por parte del enfermo.
El paciente además debe concienciarse que es tan importante como la medicación el ejercicio físico mantenido, su eficacia desaparece si deja de realizarse, pero permite y potencia la independencia por más tiempo. También en relación con la terapia física, depende de varios factores el recomendar una u otra pauta; en el caso mas simple andar lo mas posible, pero la combinación de ejercicio aeróbico y potenciación muscular (pilates, yoga…) son de mucha utilidad, así como la práctica de Tai-chi para trabajar la coordinación y estabilidad.
Causas del Parkinson
Hasta la fecha, la causa que la produce es desconocida. Se han involucrado algunas sustancias tóxicas y se han descrito diferentes mutaciones genéticas que condicionan formas de la enfermedad (con mayor frecuencia en población joven). Hoy día se cree que la causa está probablemente relacionada con la interacción de factores genéticos y medioambientales.
Su forma clínica de manifestarse es con enlentecimiento en la iniciación y realización de los movimientos, llamado bradicinesia. De forma gradual, todos los actos motores de un sujeto se van enlenteciendo precisando cada vez más tiempo para actividades de la vida diaria como vestirse, comer, asearse, etc.
Si esto aparece en personas mayores, al ser un proceso gradual el paciente lo percibe como algo en relación con el envejecimiento y puede no darle importancia y por tanto no consultar al médico. Algunos pacientes presentan temblor de reposo en una extremidad, signo más fácil de identificar como algo anormal para que el paciente consulte.
Cuando la enfermedad comienza en las extremidades de un lado del cuerpo, el paciente puede notar dificultad para escribir, abotonarse la ropa o partir la comida, pero si el lado que primero se afecta es el izquierdo, puede pasar desapercibida por más tiempo.
Desde su descripción la clínica de la enfermedad está representada por problemas motores: temblor, bradicinesia, rigidez, y en la evolución problemas de la marcha y estabilidad. Estos signos son además, a día de hoy, la clave para el diagnóstico, es decir el diagnóstico es “clínico” y no existe ninguna prueba diagnóstica que sustituya la información que proporcionan los síntomas y la exploración del paciente.
No obstante, sabemos que tienen gran importancia también los síntomas no-motores. Estos pueden acompañar al paciente en cualquier estadio de la enfermedad, incluso antes de que se inicien los síntomas motores, y en ocasiones son incluso causa de mayor discapacidad.
Puede ocurrir incluso años antes del diagnóstico que el paciente presente reducción del olfato, estreñimiento, alteración del sueño REM (sueños vívidos) o depresión. Durante la evolución de la enfermedad la fatiga, dolores de causa no precisada, trastornos del sueño, alteración de la sudoración o control de la micción, así como diferentes alteraciones del animo, la conducta y en ocasiones la cognición, acompañan de forma variable a cada paciente.
Pronóstico del Parkinson.
La evolución es de lenta progresión de la enfermedad, variable de un paciente a otro. No conocemos hoy día forma de prevenir la enfermedad de Parkinson. Hay estudios que demuestran que la prevalencia es menor en población que consume tabaco y café, pero otros riesgos de salud asociados al tabaco descartan su recomendación. Los mecanismos celulares relacionados con la aparente protección del café y tabaco, ayudarán a encontrar sustancias no nocivas que prolonguen la vida de las neuronas.
En resumen, dentro de la frustración que supone la noticia del diagnóstico de enfermedad de Parkinson, hay que ser positivo en cuanto a su lenta progresión y la existencia de diferentes terapias (fármacos, ejercicio) que proporcionan una buena calidad de vida. Nuestro neurólogo y el paciente comienzan, tras el diagnóstico, una relación en la que la confianza y colaboración son esenciales para ir afrontando de forma más eficaz y positiva la evolución de la enfermedad.
Programa de Epilepsia
¿Qué es la epilepsia?
La epilepsia es una alteración del cerebro que da lugar a crisis epilépticas.
Las crisis o ataques epilépticos son episodios de alteración de la función del cerebro.
Durante ellos se altera la señal eléctrica que utilizan las neuronas para comunicarse entre sí. Las zonas del cerebro afectadas pierden el control de la señal eléctrica, haciendo que ésta se transmita a regiones muy extensas, que en condiciones normales no habrían recibido esta transmisión neuronal. Las células del cerebro son comparables en su funcionamiento a pequeños interruptores que se encienden y apagan automáticamente; durante una crisis epiléptica parece que algunas células se quedan con su interruptor permanentemente encendido. Esto afecta a otras células y la señal eléctrica se propaga a otras partes o a todo el cerebro.
Las crisis epilépticas afectan a la corteza cerebral, la sustancia gris que envuelve el cerebro. La corteza alberga funciones cerebrales que requieren nuestra voluntad (por ejemplo hablar, pensar, memorizar, mover los músculos, prestar atención) y es la que recibe información de los órganos de la visión, el oído, el tacto, el olfato y el gusto.
Cuando se produce una crisis epiléptica se alteran una o varias de estas funciones, por este motivo, los síntomas durante las crisis epilépticas son muy variables, y reflejan la función de la parte de la corteza cerebral que ha sufrido la alteración de la transmisión neuronal. Las neuronas que son afectadas por una crisis pierden transitoriamente su función debido a que durante la excitación eléctrica consumen toda su energía disponible.
Cuando se ha consumido esta energía pierden la capacidad de trasmitir impulsos eléctricos y la descarga eléctrica anómala se detiene. Esto explica por qué la mayoría de las crisis epilépticas paran por sí solas en menos de dos o tres minutos. Pasado un tiempo las neuronas recuperan el substrato energético, principalmente glucosa, y recuperan su función. Este periodo de recuperación suele acompañarse de síntomas que indican que las neuronas todavía no se han recuperado por completo, como por ejemplo dificultad para hablar, pérdida de memoria y debilidad en las extremidades.
¿Cuántos tipos de crisis y epilepsia existen?
Hay muchos tipos de crisis epilépticas y de epilepsias. Identificar el tipo de epilepsia es importante para determinar la gravedad, el pronóstico, la posibilidad de que existan otros familiares afectados, las causas más probables y el tratamiento más eficaz.
¿Cuántas personas padecen epilepsia?
La epilepsia afecta aproximadamente al 0,8% de la población, esto supone unas 32.000 personas en Guatemala. El número de personas que padecerán una crisis epiléptica por lo menos una vez en su vida es más elevado, aproximadamente el 3% de la población.
Sin embargo, sufrir una crisis epiléptica aislada no se considera padecer epilepsia. La epilepsia se define como una condición en la cual las crisis se repiten de forma inesperada. La probabilidad de que se presente una segunda crisis epiléptica en los cinco años siguientes a la primer es aproximadamente del 35%. No se incluyen en estas estadísticas a las personas que tienen ataques epilépticos precipitados por una causa externa: fiebre alta, deprivación de alcohol, inmediatamente después de un golpe en la cabeza o durante una enfermedad general aguda (por ejemplo: durante una subida o bajada de la glucosa en la sangre).
¿Es la epilepsia una enfermedad hereditaria?
Cada persona tiene una predisposición diferente a padecer crisis epilépticas. Esta propensión depende de numerosos genes que se heredan de cada uno de los padres. Estos genes pueden ser normales y por lo tanto no incrementar el riesgo de padecer epilepsia, o tener alguna alteración que de lugar a una mayor predisposición a padecer crisis.
Una persona que hereda todos o la mayoría de los genes “normales” tiene una predisposición baja para padecer epilepsia. Si en esta persona se produce una lesión de la corteza cerebral (por ejemplo: un traumatismo o una meningitis), esta persona no padecerá crisis epilépticas o tendrá pocas crisis. Otra persona que hereda mayor número de genes que favorecen la epilepsia, tendrá una mayor probabilidad de padecer la enfermedad, a partir de una lesión cerebral o incluso espontáneamente.
En general, los hijos de personas con epilepsia tienen mayor probabilidad de padecer la enfermedad que la población general, pero la mayoría de ellos no la padecerán, por otra parte, la mayoría de las veces las personas que tienen epilepsia no tienen familiares afectados.
Causas más frecuentes de crisis epilépticas provocadas
Las crisis que se presentan en estas circunstancias no indican necesariamente que la persona tenga epilepsia.
Tratamiento de la epilepsia
Existen numerosas formas de tratamiento para la epilepsia. En algunos tipos de crisis epilépticas, puede no ser necesario el tratamiento, esta decisión debe ser adoptada por el médico, nunca por el paciente o su familia de forma unilateral. La mayoría de los casos de epilepsia requieren tratamiento médico.
Para ello existen numerosos medicamentos disponibles. La selección del medicamento adecuado la realiza el médico, para lo cual tiene en cuenta diferentes factores como tipo de epilepsia, tolerancia del paciente a las diferentes familias de fármacos, enfermedades asociadas, otros tratamientos que está tomando el paciente, etc. Cada medicamento tiene unos efectos secundarios que el paciente debe conocer; cuando se presentan debe informa a nestro especialista con prontitud para realizar los cambios que sean precisos.
Causas de la epilepsia
Más de la mitad de los casos de epilepsia se presentan en personas que no tienen ninguna alteración visible en el cerebro. En estos casos se dice que la epilepsia es idiopática o criptogénica. Se supone que son personas con anomalías de la función cerebral de naturaleza microscópica (por ejemplo en los circuitos que conectan las neuronas entre sí o en los receptores y neurotransmisores que regulan la excitabilidad de las neuronas).
Además, cualquier enfermedad que afecta la corteza cerebral puede causar epilepsia; dentro de estas enfermedades se incluyen: alteraciones congénitas, infecciones (meningitis, encefalitis y abscesos cerebrales), traumatismos craneales, tumores, quistes, alteraciones de los vasos sanguíneos, trombosis y hemorragias cerebrales, intoxicaciones.
Diagnóstico de la epilepsia
Cuando una persona tiene episodios de alteración transitoria neurológica, del pensamiento o de la conducta, las crisis epilépticas suelen ser una posibilidad diagnóstica. Estas personas son remitidas a la consulta de neurología, donde el neurólogo realizará el estudio de cada paciente con el objetivo de contestar las siguientes preguntas: ¿son crisis epilépticas?, ¿qué tipo de epilepsia es? y ¿por qué tiene epilepsia?
¿Son crisis epilépticas?: En la mayoría de las ocasiones el diagnóstico de crisis epilépticas se basa en la información que aporta el enfermo sobre sus ataques y la descripción que hacen las personas que los han visto. Además, el neurólogo obtiene una exploración general y neurológica, que puede ayudarle a determinar si existe algún problema médico adicional. El EEG puede aportar información que apoya el diagnóstico de crisis epilépticas, pero puede ser normal en personas con epilepsia.
¿Qué tipo de epilepsia es? Identificar el tipo de epilepsia es importante para decidir si es necesario tratarlo con medicación o no, seleccionar el medicamento adecuado, buscar las causas más probables e informar sobre el pronóstico. La identificación del tipo de epilepsia se realiza en función de las características de los ataques, la historia médica del enfermo, los antecedentes familiares, el EEG y a veces otras pruebas de diagnóstico.
¿Por qué tiene epilepsia? Las causas de la epilepsia pueden identificarse mediante la información médica obtenida del enfermo, la exploración física y los resultados del EEG. En ocasiones es necesario realizar estudios de laboratorio: análisis de sangre, resonancia magnética (RM), tomografía axial computerizada (TAC), vídeo-EEG y otras pruebas de diagnóstico.
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Programa de Alzheimer
¿Qué es el Alzheimer?
La enfermedad de Alzheimer es la demencia primaria más común.
Suele presentar un curso progresivo y característicamente afecta a distintas funciones cognitivas y conductuales.
Quizá el síntoma principal y con más frecuencia de debut sean los fallos de memoria, que refleja la afectación precoz del hipocampo que ocurre al inicio en esta enfermedad. Pero posteriormente se observará la afectación de otras áreas cognitivas y conductuales que definirán la demencia.
Afecta a un 5-15% de la población mayor de los 65 años, aunque también puede afectar a pacientes más jóvenes. Representa más del 50% de las demencias.
Como factores de riesgo para padecerla además de la edad destaca la presencia de antecedentes familiares, los factores de riesgo vascular y los TCE graves. Parece que el disponer de un buen nivel educacional permite al paciente disponer de una reserva cognitiva y retrasar el debut de la enfermedad.
Síntomas del Alzheimer:
Típicamente el paciente tendrá dificultad para aprender nueva información e irá perdiendo aquellos hechos que ha adquirido más recientemente (gradiente temporal). La información más antigua “aguantará” hasta fases más tardías.
Posteriormente aparecerán otros síntomas como la alteración ejecutiva con dificultades para hacer planificaciones, pérdida de flexibilidad en el pensamiento o dificultad para realizar acciones no aprendidas. También se sumarán los clásicos síntomas afaso-apraxo-agnósicos, con alteración del lenguaje, problemas para realizar movimientos aprendidos o para reconocer a los familiares u objetos cotidianos.
Además de los síntomas cognitivos los pacientes pueden presentar síntomas neuropsiquiátricos como depresión, apatía, ansiedad, agitación, alucinaciones o delirios. La depresión es un síntoma importante que ha sido considerado desde un factor de riesgo hasta un síntoma precoz de la enfermedad. Se debe distinguir de la apatía que es la falta de iniciativa de los pacientes, pero sin la emotividad negativa típica de la depresión. La ansiedad es frecuente en las fases iniciales y es importante tratarla. Finalmente como síntomas muy disruptivos están las alucinaciones y delirios que en la enfermedad de Alzheimer suelen ser relativamente tardíos, diferenciándola de la demencia con cuerpos de Lewy.
Es muy importante tener en cuenta la situación del paciente para tomar las decisiones adecuadas en cada momento. En etapas iniciales apoyarle y permitir y potenciar la autonomía pero también saber los momentos en los que deberemos plantearnos una incapacidad.
Tratamiento para el Alzheimer
El tratamiento de la enfermedad de Alzheimer se sustenta fundamentalmente en dos pilares complementarios: el tratamiento no farmacológico y el tratamiento farmacológico.
Tratamiento no farmacológico:
Dentro del tratamiento no farmacológico la estimulación cognitiva es fundamental en las fases iniciales. Consiste en la realización de una serie de actividades que buscarán el mantenimiento de las funciones cognitivas afectas por la enfermedad. Busca potenciar la reserva de la persona. Se pueden llevar con grupos reducidos o de manera individual. Cuando se realiza con grupos es fundamental que todos los pacientes presenten un nivel cognitivo y educacional similar.
Otras terapias incluyen la musicoterapia, la terapia con expresiones artísticas o con animales. Todas ellas buscan potenciar o suplir algunos aspectos deficitarios del paciente con otros recursos cognitivos o emocionales.
Tratamiento farmacológico:
Disponemos de tratamientos específicos para la enfermedad, y otros tratamiento para síntomas que incidirían en algunos aspectos que pueden presentar los pacientes de manera puntual.
Dependiendo de los síntomas de los pacientes utilizaremos otros fármacos, como los antidepresivos para tratar la depresión, neurolépticos en caso de alucinaciones o delirios, antiepilépticos,…
En una enfermedad tan frecuente, grave y compleja como la enfermedad de Alzheimer se están diseñando nuevos tratamientos. Desde anticuerpos que bloquean algunas proteínas, inhibición de la agregación del amiloide, a nuevas dianas a factores tróficos.
¿Cuáles son sus causas?
Actualmente se piensa que la enfermedad de Alzheimer, al igual que otras enfermedades neurodegenerativas, es el producto de la interacción de mecanismos genéticamente determinados con factores evolutivos propios del individuo o consecuencia de su interacción con el medio.
¿Cómo se diagnostica el Alzheimer?
El diagnóstico definitivo de la enfermedad se hace mediante la anatomía patológica. Pero realmente en el día a día el diagnóstico es clínico. Esto implica una valoración integral del paciente. En este sentido una adecuada historia clínica y una exploración cognitiva y conductual adecuada es la base para el mismo. De manera puntual y en la evaluación inicial de los pacientes se puede recurrir al uso de test. Esto test de cribado no diagnostican la enfermedad, solo son recursos útiles por ser breves.
En algunas situaciones puede ayudar al diagnóstico la realización de estudios neuropsicológicos completos en los que evaluamos distinto aspectos de la función cognitiva y se compara con la población general normal.
Una vez que se sospecha que el paciente padece un deterioro cognitivo se suelen pedir pruebas complementarias cuyo objetivo es excluir otras patologías tratables que pueden debutar con síntomas parecidos se suele pedir por sistema además de una analítica general, una prueba de neuroimagen (TC o RM craneal) estudio de hormonas tiroides, vitamina B12 y serología luética.
¿Cómo se puede prevenir el Alzheimer?
Actualmente conocemos que algunas actividades pueden ser útiles en la prevención de la enfermedad de Alzheimer.
Fundamentalmente el ejercicio físico moderado al menos tres veces al día, estar cognitivamente activo y una dieta rica ácidos grasos omega 3 y vitaminas. Por otro lado debemos controlar los factores de riesgo vascular como la tensión arterial, el colesterol y la glucemia.
Pronóstico del Alzheimer
El pronóstico de la enfermedad ha mejorado en los últimos años gracias al conocimiento de la enfermedad que nos ha permitido hacer un diagnóstico precoz y aplicar estimulación cognitiva y terapias farmacológicas.
Sin embargo de manera lentamente progresiva, la evolución lleva, inexorablemente al paciente a una situación de dependencia absoluta.
Parkison
Epilepsia
Alzheimer
CENTRO HOSPITALARIO LA PAZ
4a. Calle 23-61 zona 3, Cuarto Nivel, Clínica No. 401
Quetzaltenango Ciudad, Guatemala
Teléfono: +(502) 5970 7849
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Posibles síntomas
¿Tienes temblor en tus manos?
¿Estás más lento al caminar?
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¿Qué es el Parkinson?
El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa del sistema nervioso, de alta prevalencia en la población; la segunda en frecuencia después de la enfermedad de Alzheimer.
La edad de inicio más frecuente está entre los 60 y 69 años. Su aparición está en relación con la edad, ya que el envejecimiento es causa conocida de las enfermedades neurodegenerativas.
Tratamiento del Parkinson
En contraste con otras enfermedades neurodegenerativas, para la enfermedad de Parkinson se dispone hoy día de diferentes tratamientos farmacológicos que son muy eficaces a nivel de combatir los síntomas y permitir que el paciente pueda realizar una vida normal. Hay que descartar firmemente la idea de que tras un diagnóstico de Parkinson el sujeto estará en unos años en silla de ruedas.
Es importante conocer que no se dispone de ningún fármaco que enlentezca o frene la progresión de la enfermedad, por lo que el retraso en el diagnóstico no supone una contrariedad, mas allá de los pacientes que sus síntomas les limitan actividades diarias y pueden beneficiarse del tratamiento sintomático.
El tratamiento con fármacos hay que individualizarlo en cada paciente y en cada momento de la evolución, pero permite mantener calidad de vida durante bastante tiempo. Para un buen manejo e indicación de las pautas del tratamiento hay dos factores muy importantes: experiencia del profesional que trata al paciente por un lado, y buena información de los síntomas y su repercusión en las actividades diarias por parte del enfermo.
El paciente además debe concienciarse que es tan importante como la medicación el ejercicio físico mantenido, su eficacia desaparece si deja de realizarse, pero permite y potencia la independencia por más tiempo. También en relación con la terapia física, depende de varios factores el recomendar una u otra pauta; en el caso mas simple andar lo mas posible, pero la combinación de ejercicio aeróbico y potenciación muscular (pilates, yoga…) son de mucha utilidad, así como la práctica de Tai-chi para trabajar la coordinación y estabilidad.
Causas del Parkinson
Hasta la fecha, la causa que la produce es desconocida. Se han involucrado algunas sustancias tóxicas y se han descrito diferentes mutaciones genéticas que condicionan formas de la enfermedad (con mayor frecuencia en población joven). Hoy día se cree que la causa está probablemente relacionada con la interacción de factores genéticos y medioambientales.
Su forma clínica de manifestarse es con enlentecimiento en la iniciación y realización de los movimientos, llamado bradicinesia. De forma gradual, todos los actos motores de un sujeto se van enlenteciendo precisando cada vez más tiempo para actividades de la vida diaria como vestirse, comer, asearse, etc.
Si esto aparece en personas mayores, al ser un proceso gradual el paciente lo percibe como algo en relación con el envejecimiento y puede no darle importancia y por tanto no consultar al médico. Algunos pacientes presentan temblor de reposo en una extremidad, signo más fácil de identificar como algo anormal para que el paciente consulte.
Cuando la enfermedad comienza en las extremidades de un lado del cuerpo, el paciente puede notar dificultad para escribir, abotonarse la ropa o partir la comida, pero si el lado que primero se afecta es el izquierdo, puede pasar desapercibida por más tiempo.
Desde su descripción la clínica de la enfermedad está representada por problemas motores: temblor, bradicinesia, rigidez, y en la evolución problemas de la marcha y estabilidad. Estos signos son además, a día de hoy, la clave para el diagnóstico, es decir el diagnóstico es “clínico” y no existe ninguna prueba diagnóstica que sustituya la información que proporcionan los síntomas y la exploración del paciente.
No obstante, sabemos que tienen gran importancia también los síntomas no-motores. Estos pueden acompañar al paciente en cualquier estadio de la enfermedad, incluso antes de que se inicien los síntomas motores, y en ocasiones son incluso causa de mayor discapacidad.
Puede ocurrir incluso años antes del diagnóstico que el paciente presente reducción del olfato, estreñimiento, alteración del sueño REM (sueños vívidos) o depresión. Durante la evolución de la enfermedad la fatiga, dolores de causa no precisada, trastornos del sueño, alteración de la sudoración o control de la micción, así como diferentes alteraciones del animo, la conducta y en ocasiones la cognición, acompañan de forma variable a cada paciente.
Pronóstico del Parkinson.
La evolución es de lenta progresión de la enfermedad, variable de un paciente a otro. No conocemos hoy día forma de prevenir la enfermedad de Parkinson. Hay estudios que demuestran que la prevalencia es menor en población que consume tabaco y café, pero otros riesgos de salud asociados al tabaco descartan su recomendación. Los mecanismos celulares relacionados con la aparente protección del café y tabaco, ayudarán a encontrar sustancias no nocivas que prolonguen la vida de las neuronas.
En resumen, dentro de la frustración que supone la noticia del diagnóstico de enfermedad de Parkinson, hay que ser positivo en cuanto a su lenta progresión y la existencia de diferentes terapias (fármacos, ejercicio) que proporcionan una buena calidad de vida. Nuestro neurólogo y el paciente comienzan, tras el diagnóstico, una relación en la que la confianza y colaboración son esenciales para ir afrontando de forma más eficaz y positiva la evolución de la enfermedad.
Programa de Epilepsia
¿Qué es la epilepsia?
La epilepsia es una alteración del cerebro que da lugar a crisis epilépticas.
Las crisis o ataques epilépticos son episodios de alteración de la función del cerebro.
Durante ellos se altera la señal eléctrica que utilizan las neuronas para comunicarse entre sí. Las zonas del cerebro afectadas pierden el control de la señal eléctrica, haciendo que ésta se transmita a regiones muy extensas, que en condiciones normales no habrían recibido esta transmisión neuronal. Las células del cerebro son comparables en su funcionamiento a pequeños interruptores que se encienden y apagan automáticamente; durante una crisis epiléptica parece que algunas células se quedan con su interruptor permanentemente encendido. Esto afecta a otras células y la señal eléctrica se propaga a otras partes o a todo el cerebro.
Las crisis epilépticas afectan a la corteza cerebral, la sustancia gris que envuelve el cerebro. La corteza alberga funciones cerebrales que requieren nuestra voluntad (por ejemplo hablar, pensar, memorizar, mover los músculos, prestar atención) y es la que recibe información de los órganos de la visión, el oído, el tacto, el olfato y el gusto.
Cuando se produce una crisis epiléptica se alteran una o varias de estas funciones, por este motivo, los síntomas durante las crisis epilépticas son muy variables, y reflejan la función de la parte de la corteza cerebral que ha sufrido la alteración de la transmisión neuronal. Las neuronas que son afectadas por una crisis pierden transitoriamente su función debido a que durante la excitación eléctrica consumen toda su energía disponible.
Cuando se ha consumido esta energía pierden la capacidad de trasmitir impulsos eléctricos y la descarga eléctrica anómala se detiene. Esto explica por qué la mayoría de las crisis epilépticas paran por sí solas en menos de dos o tres minutos. Pasado un tiempo las neuronas recuperan el substrato energético, principalmente glucosa, y recuperan su función. Este periodo de recuperación suele acompañarse de síntomas que indican que las neuronas todavía no se han recuperado por completo, como por ejemplo dificultad para hablar, pérdida de memoria y debilidad en las extremidades.
¿Cuántos tipos de crisis y epilepsia existen?
Hay muchos tipos de crisis epilépticas y de epilepsias. Identificar el tipo de epilepsia es importante para determinar la gravedad, el pronóstico, la posibilidad de que existan otros familiares afectados, las causas más probables y el tratamiento más eficaz.
¿Cuántas personas padecen epilepsia?
La epilepsia afecta aproximadamente al 0,8% de la población, esto supone unas 32.000 personas en Guatemala. El número de personas que padecerán una crisis epiléptica por lo menos una vez en su vida es más elevado, aproximadamente el 3% de la población.
Sin embargo, sufrir una crisis epiléptica aislada no se considera padecer epilepsia. La epilepsia se define como una condición en la cual las crisis se repiten de forma inesperada. La probabilidad de que se presente una segunda crisis epiléptica en los cinco años siguientes a la primer es aproximadamente del 35%. No se incluyen en estas estadísticas a las personas que tienen ataques epilépticos precipitados por una causa externa: fiebre alta, deprivación de alcohol, inmediatamente después de un golpe en la cabeza o durante una enfermedad general aguda (por ejemplo: durante una subida o bajada de la glucosa en la sangre).
¿Es la epilepsia una enfermedad hereditaria?
Cada persona tiene una predisposición diferente a padecer crisis epilépticas. Esta propensión depende de numerosos genes que se heredan de cada uno de los padres. Estos genes pueden ser normales y por lo tanto no incrementar el riesgo de padecer epilepsia, o tener alguna alteración que de lugar a una mayor predisposición a padecer crisis.
Una persona que hereda todos o la mayoría de los genes “normales” tiene una predisposición baja para padecer epilepsia. Si en esta persona se produce una lesión de la corteza cerebral (por ejemplo: un traumatismo o una meningitis), esta persona no padecerá crisis epilépticas o tendrá pocas crisis. Otra persona que hereda mayor número de genes que favorecen la epilepsia, tendrá una mayor probabilidad de padecer la enfermedad, a partir de una lesión cerebral o incluso espontáneamente.
En general, los hijos de personas con epilepsia tienen mayor probabilidad de padecer la enfermedad que la población general, pero la mayoría de ellos no la padecerán, por otra parte, la mayoría de las veces las personas que tienen epilepsia no tienen familiares afectados.
Causas más frecuentes de crisis epilépticas provocadas
Las crisis que se presentan en estas circunstancias no indican necesariamente que la persona tenga epilepsia.
Tratamiento de la epilepsia
Existen numerosas formas de tratamiento para la epilepsia. En algunos tipos de crisis epilépticas, puede no ser necesario el tratamiento, esta decisión debe ser adoptada por el médico, nunca por el paciente o su familia de forma unilateral. La mayoría de los casos de epilepsia requieren tratamiento médico.
Para ello existen numerosos medicamentos disponibles. La selección del medicamento adecuado la realiza el médico, para lo cual tiene en cuenta diferentes factores como tipo de epilepsia, tolerancia del paciente a las diferentes familias de fármacos, enfermedades asociadas, otros tratamientos que está tomando el paciente, etc. Cada medicamento tiene unos efectos secundarios que el paciente debe conocer; cuando se presentan debe informa a nestro especialista con prontitud para realizar los cambios que sean precisos.
Causas de la epilepsia
Más de la mitad de los casos de epilepsia se presentan en personas que no tienen ninguna alteración visible en el cerebro. En estos casos se dice que la epilepsia es idiopática o criptogénica. Se supone que son personas con anomalías de la función cerebral de naturaleza microscópica (por ejemplo en los circuitos que conectan las neuronas entre sí o en los receptores y neurotransmisores que regulan la excitabilidad de las neuronas).
Además, cualquier enfermedad que afecta la corteza cerebral puede causar epilepsia; dentro de estas enfermedades se incluyen: alteraciones congénitas, infecciones (meningitis, encefalitis y abscesos cerebrales), traumatismos craneales, tumores, quistes, alteraciones de los vasos sanguíneos, trombosis y hemorragias cerebrales, intoxicaciones.
Diagnóstico de la epilepsia
Cuando una persona tiene episodios de alteración transitoria neurológica, del pensamiento o de la conducta, las crisis epilépticas suelen ser una posibilidad diagnóstica. Estas personas son remitidas a la consulta de neurología, donde el neurólogo realizará el estudio de cada paciente con el objetivo de contestar las siguientes preguntas: ¿son crisis epilépticas?, ¿qué tipo de epilepsia es? y ¿por qué tiene epilepsia?
¿Son crisis epilépticas?: En la mayoría de las ocasiones el diagnóstico de crisis epilépticas se basa en la información que aporta el enfermo sobre sus ataques y la descripción que hacen las personas que los han visto. Además, el neurólogo obtiene una exploración general y neurológica, que puede ayudarle a determinar si existe algún problema médico adicional. El EEG puede aportar información que apoya el diagnóstico de crisis epilépticas, pero puede ser normal en personas con epilepsia.
¿Qué tipo de epilepsia es? Identificar el tipo de epilepsia es importante para decidir si es necesario tratarlo con medicación o no, seleccionar el medicamento adecuado, buscar las causas más probables e informar sobre el pronóstico. La identificación del tipo de epilepsia se realiza en función de las características de los ataques, la historia médica del enfermo, los antecedentes familiares, el EEG y a veces otras pruebas de diagnóstico.
¿Por qué tiene epilepsia? Las causas de la epilepsia pueden identificarse mediante la información médica obtenida del enfermo, la exploración física y los resultados del EEG. En ocasiones es necesario realizar estudios de laboratorio: análisis de sangre, resonancia magnética (RM), tomografía axial computerizada (TAC), vídeo-EEG y otras pruebas de diagnóstico.
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Programa de Alzheimer
¿Qué es el Alzheimer?
La enfermedad de Alzheimer es la demencia primaria más común.
Suele presentar un curso progresivo y característicamente afecta a distintas funciones cognitivas y conductuales.
Quizá el síntoma principal y con más frecuencia de debut sean los fallos de memoria, que refleja la afectación precoz del hipocampo que ocurre al inicio en esta enfermedad. Pero posteriormente se observará la afectación de otras áreas cognitivas y conductuales que definirán la demencia.
Afecta a un 5-15% de la población mayor de los 65 años, aunque también puede afectar a pacientes más jóvenes. Representa más del 50% de las demencias.
Como factores de riesgo para padecerla además de la edad destaca la presencia de antecedentes familiares, los factores de riesgo vascular y los TCE graves. Parece que el disponer de un buen nivel educacional permite al paciente disponer de una reserva cognitiva y retrasar el debut de la enfermedad.
Síntomas del Alzheimer:
Típicamente el paciente tendrá dificultad para aprender nueva información e irá perdiendo aquellos hechos que ha adquirido más recientemente (gradiente temporal). La información más antigua “aguantará” hasta fases más tardías.
Posteriormente aparecerán otros síntomas como la alteración ejecutiva con dificultades para hacer planificaciones, pérdida de flexibilidad en el pensamiento o dificultad para realizar acciones no aprendidas. También se sumarán los clásicos síntomas afaso-apraxo-agnósicos, con alteración del lenguaje, problemas para realizar movimientos aprendidos o para reconocer a los familiares u objetos cotidianos.
Además de los síntomas cognitivos los pacientes pueden presentar síntomas neuropsiquiátricos como depresión, apatía, ansiedad, agitación, alucinaciones o delirios. La depresión es un síntoma importante que ha sido considerado desde un factor de riesgo hasta un síntoma precoz de la enfermedad. Se debe distinguir de la apatía que es la falta de iniciativa de los pacientes, pero sin la emotividad negativa típica de la depresión. La ansiedad es frecuente en las fases iniciales y es importante tratarla. Finalmente como síntomas muy disruptivos están las alucinaciones y delirios que en la enfermedad de Alzheimer suelen ser relativamente tardíos, diferenciándola de la demencia con cuerpos de Lewy.
Es muy importante tener en cuenta la situación del paciente para tomar las decisiones adecuadas en cada momento. En etapas iniciales apoyarle y permitir y potenciar la autonomía pero también saber los momentos en los que deberemos plantearnos una incapacidad.
Tratamiento para el Alzheimer
El tratamiento de la enfermedad de Alzheimer se sustenta fundamentalmente en dos pilares complementarios: el tratamiento no farmacológico y el tratamiento farmacológico.
Tratamiento no farmacológico:
Dentro del tratamiento no farmacológico la estimulación cognitiva es fundamental en las fases iniciales. Consiste en la realización de una serie de actividades que buscarán el mantenimiento de las funciones cognitivas afectas por la enfermedad. Busca potenciar la reserva de la persona. Se pueden llevar con grupos reducidos o de manera individual. Cuando se realiza con grupos es fundamental que todos los pacientes presenten un nivel cognitivo y educacional similar.
Otras terapias incluyen la musicoterapia, la terapia con expresiones artísticas o con animales. Todas ellas buscan potenciar o suplir algunos aspectos deficitarios del paciente con otros recursos cognitivos o emocionales.
Tratamiento farmacológico:
Disponemos de tratamientos específicos para la enfermedad, y otros tratamiento para síntomas que incidirían en algunos aspectos que pueden presentar los pacientes de manera puntual.
Dependiendo de los síntomas de los pacientes utilizaremos otros fármacos, como los antidepresivos para tratar la depresión, neurolépticos en caso de alucinaciones o delirios, antiepilépticos,…
En una enfermedad tan frecuente, grave y compleja como la enfermedad de Alzheimer se están diseñando nuevos tratamientos. Desde anticuerpos que bloquean algunas proteínas, inhibición de la agregación del amiloide, a nuevas dianas a factores tróficos.
¿Cuáles son sus causas?
Actualmente se piensa que la enfermedad de Alzheimer, al igual que otras enfermedades neurodegenerativas, es el producto de la interacción de mecanismos genéticamente determinados con factores evolutivos propios del individuo o consecuencia de su interacción con el medio.
¿Cómo se diagnostica el Alzheimer?
El diagnóstico definitivo de la enfermedad se hace mediante la anatomía patológica. Pero realmente en el día a día el diagnóstico es clínico. Esto implica una valoración integral del paciente. En este sentido una adecuada historia clínica y una exploración cognitiva y conductual adecuada es la base para el mismo. De manera puntual y en la evaluación inicial de los pacientes se puede recurrir al uso de test. Esto test de cribado no diagnostican la enfermedad, solo son recursos útiles por ser breves.
En algunas situaciones puede ayudar al diagnóstico la realización de estudios neuropsicológicos completos en los que evaluamos distinto aspectos de la función cognitiva y se compara con la población general normal.
Una vez que se sospecha que el paciente padece un deterioro cognitivo se suelen pedir pruebas complementarias cuyo objetivo es excluir otras patologías tratables que pueden debutar con síntomas parecidos se suele pedir por sistema además de una analítica general, una prueba de neuroimagen (TC o RM craneal) estudio de hormonas tiroides, vitamina B12 y serología luética.
¿Cómo se puede prevenir el Alzheimer?
Actualmente conocemos que algunas actividades pueden ser útiles en la prevención de la enfermedad de Alzheimer.
Fundamentalmente el ejercicio físico moderado al menos tres veces al día, estar cognitivamente activo y una dieta rica ácidos grasos omega 3 y vitaminas. Por otro lado debemos controlar los factores de riesgo vascular como la tensión arterial, el colesterol y la glucemia.
Pronóstico del Alzheimer
El pronóstico de la enfermedad ha mejorado en los últimos años gracias al conocimiento de la enfermedad que nos ha permitido hacer un diagnóstico precoz y aplicar estimulación cognitiva y terapias farmacológicas.
Sin embargo de manera lentamente progresiva, la evolución lleva, inexorablemente al paciente a una situación de dependencia absoluta.
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